miércoles, 9 de noviembre de 2011

Travestismo político

El título de esta crónica es lo único rescatable –a mi juicio- de las frases de Fernando Villegas, sociólogo, quien hace semanas atrás se refiriese con estos dos grafemas al fenómeno de los encapuchados en las protestas sociales.

Pese a la promulgación de la ley antidiscriminación, el travesti es el mismo, al homosexual se le sigue llamando maricón, y el vecino peruano permanece en su escalón de raza inferior, al que sólo se le da trabajo en labores domésticas. El travestismo en el siglo XXI se presenta como un accionar incluso terrorista, que trasciende todas las reglas de la biología para imponer de cejas delineadas y faldas cortas una idea, una fuerza y una convicción que se materializa de tacoalto y pelucas. Es la misma expresión, no genérica, sino que transpolítica la que se refleja en las calles de las urbes nacionales. El encapuchado no viene a esconderse, así como el travesti tampoco quiere borrar el Jorge del carnet de identidad, sólo viene a disfrazarse de complaciente para pasar desapercibido ante el ojo opresor que a punta de represión, discrimina, encarcela y tortura. Como leí en un stencil de las calles de Concepción, en donde la imagen del Ministro Hinzpeter aparecía a lo Hitler pero en caricatura: “el delito que persigo es la libertad”. Ni el travesti puede vivir su género libremente, a sabiendas de una sociedad reprimida moralmente. Como tampoco el “capucha” puede andar a rostro descubierto por los andares violentos de la resistencia callejera.

La demonización por parte de los medios de comunicación, ha conllevado a que el encapuchado se tergiverse, viéndose en él o ella una imagen delictual, en donde la idea de legítima defensa parece haber desaparecido. Siempre he observado -desde muy cerca- a las y los jóvenes que se travisten políticamente, y que a llanto fresco recogen piedras, molotov y lacrimógenas para reprimir al represor. Porque la única lucha del encapuchado es en contra de los llamados “pacos”. Y es que en todo este análisis travestual se ha dejado fuera a la institución, imagen y poder que gestiona las órdenes del fascismo ejecutivo. Porque sí, los Carabineros de Chile también se travisten. Por la mañana, en su casa, junto a su machista esposa, el funcionario es civil, y lo llaman ‘Cris’ en la intimidad, Cristián para los amigos del barrio, y mi Cabo Segura para los colegas. Luego de una ducha, el Cristián Segura se queda en las sábanas maritales, mientras el Cabo se impone firme, desafiante y coercitivo ante la sociedad. Un acto de travestismo a plena luz del día. 
¿Pero, a ellos quién los detiene?

martes, 6 de septiembre de 2011

El anónimo amante de una noche olvidada

     No sabía su nombre, con suerte recordaba la inicial de esa palabra que probablemente jamás le traería algún recuerdo.
     El primer paso lo dio el cuerpo femenino, que osada desabrochó su sostén para luego dejarlo como pañuelo cuequero sobre sus manos y moverlo, al son de esa canción imaginaria que la maquillaría de artista en tan sexual escenario.
     Este hombre no dio tregua a los movimientos sensuales de su fémina acompañante. Erecto y decidido comenzó a besar a Violeta por el cuello, hasta el hombro y luego entre los pechos. No era una mujer, eran cien en ese mismo cuerpo, contenido, ante esa coreografía sensual de su amante incógnito.
     Cuando él se bajó los pantalones, Violeta, en un acto represalia se arrodilló para darle una bienvenida con honores a ese pene erecto, que, con tanto bulto le prometía un coito lujurioso. A esa chiquilla, que ilusionada, se dejó caer al suelo suavemente para sacar al aire libre ese gran miembro idealizado. Y la sorpresa no fue tanta. Las expectativas fueron totalmente cubiertas.
     Violeta, quien nunca amó el sexo oral, osó darle este obsequio a su amante con el fin de provocarlo y hacer una pequeña antesala para la gran batalla que se avecinaba.   En el entretanto, el hombre hacía lo suyo, la pequeña ropa interior de Violeta, que por cierto caía en una caja de fósforos, voló por la oscuridad de esa pieza, perdida entre sudor, gemidos y vapor.
     ¡No pares, no pares jamás! Reclamó fatigada la femme fatal que a punta de penetración hablaba sólo para dirigir el asunto. Los besos mojados y tibios que su amante le propinó no fueron suficientes para aplacar su deseo. La cama era un microbús antiguo que andaba sobre adoquines. Era la mujer gozada y gozante que a punta de gemidos dejó bien en claro que la que recibe toca la mejor parte. El hedonismo está primero se dijo picaresca.
     Luego de este show a oscuras, Violeta, se puso los cuadros al revés para luego acomodarse el vestido, pintarse de rojo los labios, mirarse al espejo con seria elegancia y emigrar hacia la urbe, hacia la calle, por cierto, de donde venía, y en donde siempre estará.

lunes, 8 de agosto de 2011

Construcción de imaginarios sociales y medios de comunicación

Los imaginarios sociales son construcciones de la realidad que se producen naturalizando y legitimando representaciones que rigen a la sociedad, a través de los distintos canales de aprendizaje, como de la socialización y la comunicación. El Sociólogo latinoamericano Juan Luis Pintos (2005), señala que los imaginarios sociales: Operan propiamente en el campo de la realidad respondiendo a intereses generales, de organizaciones o individuos. La forma de comunicación en cada Medio concreto es la de señalar las relevancias dejando fuera de la percepción comunicativa la opacidad que podrían dañar los intereses que representa.

Bajo esta definición de imaginario social, se puede inferir que la moral y el orden social son imaginarios sociales construidos, que dan respuesta a una necesidad vital del humano: la de pertenencia, la de estar inserto en un sistema, delimitado, estricto y jerarquizado que es el modelo utilizado y vivido en nuestras sociedades capitalistas contemporáneas. La moral da una respuesta lógica ante conductas, procesos y valores sobre los que una sociedad en particular se debe regir, todo esto legitimado y construido por la misma sociedad/audiencia que avala las reglas del juego impuestas política y valóricamente. ¿Pero existe una contra-moral? ¿Existe una explicación alternativa para tales fenómenos que afectan a las sociedades o culturas actuales?

      Los Medios de comunicación vienen a reafirmar estas creencias naturalizadas - legitimadas que tiene la sociedad. Es entonces como podemos ver que los Medios muestran a la Policía como una Institución de Orden y a la que hay que respetar por los honores que le caben al defender –por ejemplo- al país de una posible guerra. Y es que los Medios avalan y fomentan la construcción de estos imaginarios, del orden social, comunicando por ejemplo sus logros, su relevancia, opacando el cuestionamiento o la deslegitimación de una institución coercitiva de un Estado. Entonces vemos como la violencia y el uso de la fuerza son conceptos avalados y respetados por la sociedad, que cree, en conjunto, que se necesitan a estas instituciones, que la violencia es justificada y que la Policía en sí es una representación colectiva de una realidad social, de la necesidad de la autoridad, del poder y de hacer presente éste.

           Entonces los imaginarios sociales vienen a darnos respuesta y a producir una sensación de estabilidad en esta realidad social, a generar explicaciones globales de un fenómeno. Es así como también la construcción de imaginarios viene a delimitar nuestra percepción de las realidades, a construir una cultura, una tradición a la que hay que adherir, creando normas, valores y símbolos sociales.

            Los medios de comunicación saben mucho de esto, ya que ellos avalan la construcción de imaginarios, dejando de lado lo que Juan Luis Pintos llama “una descontrucción”, término que implica crear o más bien mostrar el lado opacado de la realidad, tema que también es abarcado por la teoría del Framing: ¿Cuál será el encuadre, el lado lleno, o el lado vacío del vaso? Porque los medios más allá de la denuncia, de la fiscalización, no pretenden ni es su trabajo abofetear a la sociedad con la realidad implícita y cuestionada.

           Podríamos señalar, según los postulados del Sociólogo Pintos que los Medios cooperan y sirven como plataforma para la construcción de estos imaginarios, legitimándolos, comunicándolos y transmitiendo esta realidad naturalizada. El problema radica en que los Medios también son una institución creada por los imaginarios sociales, ya que está legitimada por la audiencia, y cumple la función primaria de la sociedad: la de estar informada. La sociedad da por hecho que los Medios transmitirán información real y fidedigna, pero eso es algo que las culturas han construido, algo que han naturalizado y legitimado sin previo cuestionamiento. Pues, ¿hay una postura alternativa para comprender la realidad del orden mundial? ¿Existe otro modelo económico que implementar? ¿Habrá respuesta para las grandes desigualdades sociales de nuestras culturas? Grandes interrogantes que los Medios preferirán no comunicar para no irrumpir con una de las construcciones sociales más relevantes de la sociedad actual, el dinero y el concepto de desarrollo.

-          Referencias:

- Pintos, J. (2005 Abril-Junio) Comunicación, construcción de la realidad e imaginarios sociales. P. 3-11. Consultado el 20 de Junio 2011. Recuperado de http://redalyc.uaemex.mx/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=27910293

domingo, 20 de febrero de 2011

Fomingo, tomo lo que encuentro.

   Violetilla… Violeta, estaba de vuelta.
   El placer de la noche anterior había huido por el retrete, las historias pasan y pasan, ella, atónita no deja marca en su cuerpo, ni en su corazón, ni menos en su memoria.
   Cotidiana, se enfrentó al día. El domingo parecía ido, frío, aburrido y ausente, las almas urbanas no se aparecían ni por sus recuerdos, ni en la otra esquina, ¡ni siquiera en su propia cama!

   La música era su única compañía en aquél fomingo tan igual a los otros, tan pasivo e insípido. Sonaba el grupo argentino Virus en la radio, Violeta, enroló un moño en su caballera oscura y cantó afanada… ‘eras tan le lush, tu beso en el vidrio dejó marcado el rush, no me importa nada en cuestión de amor, tomo lo que encuentro, me siento algo mejor’ concluyó eufórica como si la cantautora contagiada con VIH fuera ella. Las melodías argentinas de Virus le llegaban al alma, siempre se sintió identificada con la tránfuga y femenina historia de Federico Moura, acallado por el SIDA. Pero de eso ella no sabía mucho, más que por sus tías que le cacareaban: ‘cantaba tan lindo ese maricón, qué lástima que haya muerto’. Desde esa historia marginal, Violeta, aferró su gusto a aquella banda trasandina… ¡Espero no se me pegue el virus a mí no más hueona', ahí si que las cago! Se dijo a sí misma, como autorepresalia ante su perra vida, o perra-actuar, o perra alma. A esta altura, quién sabe.